lunes, 7 de marzo de 2011

La vida secreta de los católicos

Al mediodía, me fui a comprar un par de verduras para realizar una ensalada con el fin de aliviar mi conciencia de las cinco birras de la noche anterior. La despensa estaba llena de gente que pedía cosas sin interés ninguno. Mientras estaba esperando, escuchaba las conversaciones apasionantes de los clientes que tenían la suerte de estar presentes en el mismo lugar que yo. Una conversación me llamó más la atención que las otras. El dueño del kiosco, gracioso como una puerta de cárcel, preguntaba a una chica por qué su mamá no había venido a hacer las compras. La chica le contestó que su pobre madre se había caído subiendo las escaleras de la casa después de la última lluvia. El kiosquero no tardó en pedir noticias de la antes mencionada. La chica se apuró de contestarle que se encontraba bien y que sólo se había torcido el tobillo. "Es que cayó bien, gracias a Dios."

1 comentario:

  1. jajaja como decia la madre de mi querido amigo paul: "meno male che so cadere!"

    ResponderEliminar