domingo, 27 de marzo de 2011

Hipócrates el hipócrita (II parte)

Encontré esta carta el 24 de marzo en www.elintransigente.com en la parte de Cartas de Lectores. Apareció de nuevo en El Tribuno del día siguiente, también en la parte reservada a los lectores. La carta se relaciona directamente con la nota anterior titulada Hipócrates el hipócrita. Como van a poder apreciar, el autor, del cual voy a callar el nombre para qué no reconozcan a Ignacio Segón, nos ofrece su punto de vista acerca del caso de una menor violada que se vio negado el derecho a abortar pese a la sentencia de una jueza.

“En efecto, y por increíble que parezca, una jueza salteña, días pasados condenó a muerte a un inocente de apenas 14 semanas de vida sin siquiera permitir que ejerza su derecho a defensa; y ¿cual fue el delito que mereció la peor de las penas? El sólo hecho de ser el fruto de una supuesta violación, que nunca se comprobó.


Sí, la jueza de familia salteña, Mercedes Marcuzzi, sobre la sola base de los dichos de la abuela de la víctima, según la cual su hija embarazada habría sido violada, dictó una sentencia ordenando la ejecución del aborto “ético y humanitario”, según lo denominó, con la finalidad de resguardar el “bienestar” de la menor, fundando el fallo en la Convención Sobre los Derechos del Niño que, paradójicamente, es donde la Argentina hizo la reserva afirmando que la vida debe ser protegida desde la concepción, desconociendo por otra parte, lo establecido por el art. 86 del Código Penal Argentino.


Hoy, con la asistencia de profesionales, es posible resguardar el bienestar de una menor violada, la muerte de un hijo, nunca jamás”.


Según el querido Ignacio, que no nos desvela sus fuentes, la violación nunca existió. Antes de todo, déjame que te felicite por respetar la presunción de inocencia de los violadores. Es importante no escuchar siempre lo que pueden inventar esas pendejas nimfómanas.


En cuanto a la posibilidad de resguardar el bienestar de una menor violada con la ayuda de profesionales, la Mostaza y yo quisiéramos desearte algo. Que un día, soleado de preferencia, cuando volvés del kiosco de la esquina, te encuentres con cinco congoleses recién llegados al país y con hambre de carne argentina...


Cordialmente y para no servirte.


Mostaza & Co.


P.D: Nos no pareció relevante hacer comentarios en cuanto a la ética y al respeto de la justicia de los diarios que publicaron esa nota.

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