jueves, 22 de mayo de 2014

Agua bendita

Seis y media de la mañana.
El aire está teñido de café
Y de títulos de diarios.

Las últimas estrellas 
Siguen destellando, 
Pastores de los trasnochados.

Las calles están vacías,
Los perros son los dueños
De las plazas y de la basura.

Alguna pareja en una galería,
Un soñador en un banco
Y dos estatuas azul uniforme.

Por el camino, una mujer:
Sin edad, pelo blanco, bata 
Y escobillón en mano.

La acompaña el primer rayo de sol,
Los primeros pájaros
Y los soplidos de un viento lejano.

Agua abierta, manguera enchufada,
Frega su vereda
Como si Dios viviera abajo.

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