Seis y media de la mañana.
El aire está teñido de café
Y de títulos de diarios.
Las últimas estrellas
Siguen destellando,
Pastores de los trasnochados.
Las calles están vacías,
Los perros son los dueños
De las plazas y de la basura.
Alguna pareja en una galería,
Un soñador en un banco
Y dos estatuas azul uniforme.
Por el camino, una mujer:
Sin edad, pelo blanco, bata
Y escobillón en mano.
La acompaña el primer rayo de sol,
Los primeros pájaros
Y los soplidos de un viento lejano.
Agua abierta, manguera enchufada,
Frega su vereda
Como si Dios viviera abajo.
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