sábado, 4 de mayo de 2013

Perlas


Estaba sentada
frente
a una estatua
de madera
Tenía en los
ojos
un hilo
de luz y de
esperanza
Su cuerpo temblaba
sin cesar 
y su mano 
derecha no
podía dejar
de acariciar
el rosario blanco
Lo tocaba 
y lo volvía
a tocar
como un adolescente tímido
busca 
un clítoris
en una 
bombacha apretada
Ese día entendí
que Dios 
no era otra
cosa que
secreciones 
y electricidad.

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