Perlas
Estaba sentada
frente
a una estatua
de madera
Tenía en los
ojos
un hilo
de luz y de
esperanza
Su cuerpo temblaba
sin cesar
y su mano
derecha no
podía dejar
de acariciar
el rosario blanco
Lo tocaba
y lo volvía
a tocar
como un adolescente tímido
busca
un clítoris
en una
bombacha apretada
Ese día entendí
que Dios
no era otra
cosa que
secreciones
y electricidad.
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